miércoles, 8 de junio de 2016

LA CUARENTENA

Se define la cuarentena como el período de aislamiento del entorno cuya duración ronda los cuarentas días. Este concepto está profundamente arraigado en nuestro inconsciente personal y colectivo. Existe desde hace miles de años y se describe incluso en la Biblia, donde está perfectamente detallado. 

Nuestra historia antigua está tan impregnada de la cuarentena que el número cuarenta aparece en muchos pasajes de la Biblia y los Evangelios. Obviamente, este número no aparece por casualidad. Todos tenemos esta información, por lo que el concepto de "cuarenta" es algo realmente muy importante en nuestro inconsciente, algo que debemos respetar. 

Por ejemplo, en China, en determinados hospitales de Chi Kung, cuando ingresan a los pacientes enfermos de cáncer, se les separa de sus familiares y se les asignan un grupo de apoyo. Estos grupos de apoyo están formados por pacientes anteriores y actuales que sobrevivieron o están sobreviviendo al mismo tipo de cáncer que padecen los pacientes que ingresan. Así ayudan a éstos en su sanación y les dan apoyo emocional durante su recuperación. Durante seis semanas se prohíbe cualquier contacto con el exterior, visitas, llamadas telefónicas,  televisión y periódicos.

La razón por la que se implementan este tipo de límites es que hacen falta seis semanas para cambiar el patrón energético. La separación del paciente de su medio ambiente  emocional anterior le asegura un entorno saludable y controlado en el que ni la familia ni los amigos pueden afectar negativamente en el proceso de sanación (a través de comentarios o actitudes críticas, etc.). 

Además del significado histórico, la cuarentena tiene su Sentido Biológico: una gestación dura entre treinta y ocho y cuarenta y dos semanas, el promedio sería cuarenta. Una mujer después de parir tiene que estar en cuarentena antes de tener relaciones. Es el tiempo que tarda en volver a consolidarse un hueso roto. 

Por tanto decir a alguien que debe hacer una cuarentena no es ninguna tontería. Es más, muchas personas, cuando sienten que tienen que hacer un cambio en su vida, se aíslan. Durante ese tiempo la persona puede abstraerse, observar lo que está ocurriendo en su vida y tomar decisiones. 

En Bioneuroemoción se ha podido constatar que las personas que se curan de cáncer son aquellas que hacen un cambio radical en sus vidas; se han dado cuenta que las que recaen son las que  vuelven a su vida anterior, a sus comportamientos, a las mismas situaciones en las que no estaban siendo coherentes. 

Para el inconsciente, lo peor que se puede hacer es tomar conciencia de un programa, de una situación, de un comportamiento que es tóxico para nosotros y no hacer nada al respecto; es decir, no pasar a la acción. El inconsciente no puede entender un cambio de consciencia sin que haya una acción que lo acompañe. Por lo tanto, en estos casos, no entiende nada. Si el inconsciente tiene asumido que tal o cual persona, tal o cual situación es un depredador, cuando volvemos a ver, a oler u oír a este "depredador", se disparan automáticamente todas las alarmas, promoviendo la misma solución biológica, pero esta vez con más intensidad y urgencia.  El inconsciente sólo entiende el "sí o sí": cuando una persona no hace lo que debe hacer, está en peligro de muerte. El papel del inconsciente es alertarnos, hacer todo lo posible para que la persona responda, para que encuentre la coherencia en su vida.

Nuestro primer cerebro animal es el reptiliano, que está localizado en el tronco cerebral y dotado de una parte emocional. Este cerebro es muy instintivo, rápido y su función principal es nuestra supervivencia, salvarnos la vida. No es la parte que se encarga del razonamiento, pero asume el control cuando se tiene alguna duda y se ha de tomar una decisión rápida, por lo que da la solución en décimas de segundo. Todo lo que hacemos en nuestra vida lo hacemos a través del cerebro reptiliano, que es donde están todos los programas inconscientes heredados a lo largo del proceso de evolución. 
Percibimos el mundo exterior a través de los sentidos, y todos ellos, a excepción del olfato, pasan por el neocórtex, la parte creativa y racional de nuestro cerebro. El olfato, a diferencia de los demás, es nuestro sentido más arcaico y conecta directamente con el tronco cerebral. Se trata de un sentido que nos marca de maneras insospechadas. Los animales, cuando se conocen, lo primero que hacen es olfatearse, y los humanos hemos culturizado este acto mediante el uso de perfumes.

El cerebro reptiliano tiene la capacidad de oler muchas cosas, pero el neocórtex no se da cuenta de ello, y esto supone una manipulación tremenda. La gente no toma decisiones con el neocórtex, sino con el cerebro reptiliano. De ahí que nuestro incosnsciente se alerte de situaciones de peligro sin que nos demos cuenta de ello a nivel consciente. Esto puede provocar que se salten alarmas de peligro y que la enfermedad se vuelva a manifestar sin percatarnos de nada.
Este cerebro controla la respiración, el ritmo cardíaco, la presión sanguínea e incluso colabora en la contínua expansión y contracción de nuestros músculos. Es el agente que nos alerta de los peligros, es donde se instalan las adicciones. 
La función del cerebro reptiliano es la de de protegerte del peligro, está para proteger nuestra vida. 

Desde el punto de vista del simbolismo bíblico, la Cuaresma es un tiempo de purificación previo a la Pascua de Resurección. Se trata de aislarse, de darse un tiempo de quietud, de reposo mental para prepararse para  ese cambio futuro que se llama Pascua de Resurrección. El que resucita es una persona nueva. Durante la cuarentena la neuroplasticidad de nuestro cerebro permitirá una resurrección simbólica: percibir el mundo de una manera diferente. 
Siendo una persona completamente nueva, después de haber "resucitado", cuando las cosas están claras y puede sentir de corazón su nuevo rumbo en la vida, en ese preciso momento, se conecta con el campo cuántico. Se trata del campo de la conciencia universal. Entonces puede aparecer en nuestra vida un nuevo orden de cosas que estén en coherencia con nuestro estado mental y emocional. Ahora la persona será capaz de escuchar a quien quiera y de desoir opiniones, porque estará tan conectada con su nueva forma de vida que no sentirá culpa, no culpará a nadie, se sentirá libre y liberará a los demás. Esto es el verdadero amor.

"Tratado en Bioneuroemoción", Enric Corbera y Montse Batlló

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